MOGWAI. Barcelona, 28-10-2011.



La ceremonia íntima de uno mismo.


Estoy deseando que algún día los Mogwai metan la pata, o al menos que se marquen alguna vez un concierto peor que el anterior, porque se me han acabado los elogios. No parece muy de fiar la opinión de quién siempre vierte alabanzas sobre una banda de la que, además, se confiesa acérrimo seguidor desde hace años. Pero creedme, la experiencia musical que se vive en un concierto de estos 5 escoceses de aspecto más que corriente es, sencillamente, espectacular. Y si además el escenario es el Casino de l’alinça del Poble Nou de Barcelona, el recuerdo pasa a ser imborrable. Apuesto a que nadie de los allí presentes olvidará en muchos años lo que vio ayer.

Teloneados por el galés Gruff Rhys, que ya hizo las voces en la antigua 'Dial: Revenge' del Rock Action, algo nos hacía presagiar que el setlist sería distinto a lo que nos tienen acostumbrados. Porque aunque parezca mentira, Mogwai nunca hace dos conciertos iguales. Obviaron completamente su recién editado Ep, Earth Division; repasaron a fondo su último álbum, Hardcore Will Never Die, But You Will, del que no faltaron 'White Noise' y 'Mexican GP', con las que abrieron y cerraron el recital, 'Rano Pano', donde el público ya no pudo contenerse en sus butacas, o 'How To Be A Werewolf'; y se remontaron a sus orígenes con '2 Rights Make 1 Wrong', 'Cody', 'Xmas Steps' y 'Dial: Revenge' (con Gruff Rhys, claro). Una gozada para los más puretas.

Mogwai son el paradigma del post-rock, y son la ceremonia interna de cada uno. Son capaces de hacer brotar el estruendo más clarividente del sonido puro del silencio, de aquel en el que se oyen hasta las conexiones de los cables. En ocasiones, como les gusta demostrar últimamente con 'New Paths To Helicon 1', parece que empiezan un tema en el mismísimo principio de los tiempos, para luego estrellarlo una y mil veces contra el cielo abierto e infinito. Son un fogonazo de energía musical pura y luces de miles de eléctricas concentradas en tres guitarras, un bajo, un teclado, una poderosa batería, siempre adornada con los colores de Celtic, y a veces un violín.

Conciertos como el de ayer no hacen sino incrementar el mito de Mogwai. Viéndoles tocar juntos no puedes hacer otra cosa que augurarles larga vida, porque gente así de humilde y cercana merece el éxito que esta banda ha cosechado.

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Fotos de Pablo Luna Chao.