MODEST MOUSE



Muchas veces me han preguntado (o me pregunto yo mismo) qué es exactamente el rock indie, y suelo responder que más que un determinado sonido, es una actitud. La música independiente, en principio, está alejada de las multinacionales, se basa en una importante red de sellos pequeños o jóvenes, y es, por decirlo de alguna manera, la antítesis de la música mercantilista. Evidentemente sigue siendo un negocio, y los grupos indie también son capaces de llenar estadios y encabezar listas de ventas, aunque usando canales de difusión bien distintos. No es fácil acceder a ellos, y por eso muchos triunfan aun manteniendo el semi-anonimato. Pero un grupo indie no es simplemente un grupo desconocido, si no más bien aquel que es capaz de aprovechar las condiciones que otorga una discográfica pequeña (y por tanto más ágil y preparadas para el riesgo y la apuesta) para desarrollar y mostrar un sonido libre (de las presiones del mercado y de la producción) caracterizado por la creatividad.

En otras palabras, cuando quiero resumir: música indie es lo que hacen tipos como los de Yo La Tengo o los Modest Mouse: plena libertad creativa, pura y constante creación artística, pero que no sigue fielmente ninguna norma. Estas dos bandas, de hecho, pese a carecer prácticamente de similitud alguna, son parecidas en ese aspecto: demuestran un inmenso abanico de sonidos, una enorme polivalencia, gran capacidad de absorción y una camaleónica forma de producir. Crean, más que estilos, sistemas de sonidos, con tantos elementos como seamos capaces de imaginar, percibir y escuchar, perfectamente relacionados y equilibrados entre sí.


Modest Mouse es como una especie de Yo La Tengo del Pacífico Norte. No tienen la sofisticación ni esa aureola de élite legendaria del rock del trío de Jersey, pero son incluso más eclécticos. Puede que sus canciones no sean tan mágicas e inolvidables, pero Modest Mouse coquetea con más etiquetas musicales que nadie, y su sonido es más vanguardista que impresionista. Además, la coherencia de su carrera está por encima de los varios cambios de componentes, y del contrato que tienen con Epic, una grande que ha sabido respetar el característico sello de sonido que ya poseía la banda cuando la ficharon, hace ya una década.


THE MOON & ANTARCTICA es su tercer Cd, el primero con sello importante, y el disco que, hasta ahora, ha recibido mejores críticas. Para Pitchfork (mi gran referencia) fue el tercer mejor álbum de 2000 (tras el Kid A de Radiohead y el Ágaetis Byrjun de Sigur Rós); y pasados 10 años se sigue manteniendo como el 6º mejor de la década (Kid A, por cierto, sigue en 1ª posición). Esto según la crítica especializada. Pero cualquiera que escuche este Cd percibirá que no es algo convencional, ni vulgar, pese a la naturalidad con la que van sucediéndose las notas, las texturas, los tonos y las poses. Cualquiera puede engancharse en cualquiera de sus múltiples y variados momentos: todos somos bienvenidos!


Se podría decir que en THE MOON & ANTARCTICA ninguna canción se parece a otra, aunque se reconoce perfectamente la matriz común de la que surgen cada una de ellas. También les delata la interesante costumbre de cantar a duo, el efecto poliédrico de las voces y de los muchos instrumentos añadidos; esa sombra, siempre presente, de irreverente humildad, ese rollo de "Joder, son buenísimos, y ni siquiera se lo tienen creído!", esa aplastante dosis de realismo, de música terrenal, hecha para seres humanos reales, imperfectos, y no para prototipos robóticos enganchados a la música (peyorativamente llamada) popular. Pero a pesar de todo, en cada canción se reinventan casi desde cero, administrando el ritmo y cuidando la estructura del disco: la parte central (The Cold Part, Alone Down There y The Stars Are Projectors) es la versión más intimista de Isaac Brock (líder, compositor, guitarrista y vocalista principal), pero son capaces de ir mucho más allá de ese sonido oscuro y dignamente desgarrado.

Antes y después de este tremendo intemezzo, el disco rebosa creatividad: a ambos lados encontramos, desde canciones casi dadaístas tipo Velvet como Wild Packs Of Family Dogs, o temazos electro synth-pop como Tiny Cities Made Of Ashes, a auténticos hits del poprock como Paper Thin Walls o Gravity Rides Everything. Todos los temas tienen algo especial, y todos comparten (A Different City quizá es el mejor elemplo) ese frescor calado de realismo del que hablaba antes, ese toque cubista que provoca el juego de voces, esa libertad de sonido, asida con desfachatez y un poco de insolencia, . Modest Mouse ha venido a romper los moldes, pero con inmaculados modales de caballero rudo del noroeste. THE MOON & ANTARCTICA es un Cd que crece a medida que se escucha, que gana con los años, que permanecerá siempre bien hidratado en el olimpo de esta increíble década musical.