LUSH



El efímero paso por el punto medio.

En 1996, en pleno apogeo del britpop, apareció el cuerpo de Chris Acland, batería de Lush, ahorcado en casa de su madre, último escondite de retiro y pozo de la depresión. Año y medio después la banda murió con él. Desaparecía así uno de los eslabones más importantes del puente, colgante, desenfocado y tenso, que unía el shoegaze con el pop (en la Era Nirvana, 1987-1994). Nos dejaron tres LPs, digna muestra de una clara evolución, y testigos clave del poder de influencia que el britpop, poco a poco, fue ganando en los primeros '90, fundamentalmente en Reino Unido. Las inofensivas sombras van desapareciendo de Lush, y el muro de sonido áspero (aunque nunca lo fue demasiado) va cediendo.

SPLIT, editado en 1994, es su segundo Cd: el poso necesario, el interfaz ineludible (si se me permite la terminología arqueológica). Porque, pese a la soberbia producción de Robin Guthrie (Cocteau twins), el sonido de Lush en Spooky, su primer LP, aún no está del todo definido. Es un compendio de buenas intenciones, pero de exagerada idolatría de calzador. Se nota que no desarrollan del todo su propia música: son el producto de la producción. SPLIT, sin embargo, concreta el medio-proyecto de Lush, asienta su propio concepto musical, convirtiendo su sonido en algo categóricamente bien definido: el perfecto axioma del dreampop.

El dúo de voces de Miki Berenyi y Emma Anderson (tras la marcha de Meriel Barham a Pale saints) sigue en el centro de la composición, en la que ambas se alternan, pero la relación entre melodía instrumental y vocal ha mejorado claramente. En el SPLIT, la larga sombra de Liz Fraser (cantante de Cocteau twins) se ha disipado. Ahora Berenyi y Anderson, como también venía haciendo Dolores O'Riordan, provocan una sensación bien distinta: son el sonido de una actitud más amarga, del conocimiento de un miedo ya irreductible hacia el abismo de la modernidad. Recordarían más al primer Cranberries, al del Everybody else is doing it, so why can't we?, si los de Limerick no padecieran tanto la anestésica influencia de U2, si no fueran tan irlandeses. Lush mantiene un suspense mucho mayor en el SPLIT. Y, fundamentalmente, aun siendo de los mejores ejemplos de dremapop, de pre-britpop, hace gala de ser un disco bastante rockero (sobre todo en Blackout y Undertow); potente y delicado, pesimista y luminoso: una música lúgubre y abovedada.

SPLIT es una foto fija, colgada en la pared de la nostalgia, que muestra uno de esos estilos que, en la antesala de los '90, comenzó la dilatación de las fronteras del pop y del rock. Poco más tarde volvería la contracción. De hecho Lovelife, su siguiente y último trabajo, se mueve por un terreno mucho mas angosto, reduciendo y subordinando la amplitud conceptual de su estilo al fuerte oleaje del britpop.

7 meses después del lanzamiento de su último álbum sobrevino la desgracia. Lush, paradigma de ese delicado dreampop, siempre en peligro de extinción.


Light from a dead star

Hypocrite

Undertow