MOGWAI (The Hawk Is Howling, 2008)



Mogwai ha vuelto, aunque nunca se fue. Esto se debe a una regularidad y fluidez de trabajo envidiables, y a que es de esas bandas que produce discos de los que nunca te cansas. Mogwai siempre te proporciona momentos desconocidos o hasta ahora ocultos; sus notas, la larga repetición de sus melodías, armoniosas, incomprendidas, impotentemente románticas, hacen que su música represente, mejor que ninguna, el auténtico paso del tiempo. La espera desde el MR. BEST ha sido plácida porque nunca se agotan sus discos anteriores.

THE HAWK IS HOWLING es el 6º album de estudio de este quinteto de Glasgow. Es, seguramente, el menos atractivo de todos ellos a primera vista, pese a una impresionante y caracterísitica apertura (I'm Jim Morrison, I'm dead) que, desde la primera vez que la oímos, nos da la impresión de que ha formado parte de nuestras vidas desde siempre. A partir de ahí el disco resulta un poco decepcionante, carente de tensión, pese a la cruda y ruidosa pista 2. Tres canciones anestésicas aunque un tanto inocuas y un extraño intento de aproximación al synth-pop no es a lo que nos tenían acostumbrados estos simpáticos postrockeros futboleros y católicos (son muy de Celtic de Glasgow).

En Mogwai subyace siempre un regusto a desgracia, a incomprendida enemistad del mundo hacia quien lo escucha. En Mogwai, en sus grandes temas de verdadero post-rock progresivo e instrumental, donde todo lo canalizan las distorsiones, los cambios de ritmo, la apertura de la batería, los arpegios tendidos y el despliegue final de luz y energía, hay siempre el mágico despertar de la mente romántica, que entiende tristemente su infinita pequeñez frente al inmenso poder de la naturaleza, que se sobrecoge con la asfixiante soledad de su propio ser, pero que camina y continuará caminando, con el alma hecha jirones, el espíritu herido, aún más fuerte, y la firme convicción de que, por la fe, obtendrá la salvación (si me leyeran, creerían que les interpreto a lo protestante, a lo Ranger). Mogwai hace digno y honorable el esfuerzo, la constancia; da fuerzas contra la sombra de la rendición, enciende y canaliza nuestra ira contra la misma creación que nos permite respirar: pero respirar el podrido y delicioso aroma de una dolorosa conciencia.

Lo que le falta al THE HAWK IS HOWLING es esa especie de humor negro, de sonora e incandescente pregunta retórica hacia los cielos, ese regusto a lamento resignado de Travel is dangerous, esa deseperada mirada, a lo Antonius Block en el Séptimo sello, hacia un panteón desgarrado y abandonado de You don't know Jesus, o el desesperanzado y oscuro piano de I know you are, but what am I?, obras que hacen de la música algo incalculablemente grande porque convierte momentos irrepetible en repetible (incluso por encima de la saciedad). Nunca dejarán de emocionarme muchas de las canciones de Mogwai, aunque pasen y pasen los años.

Mogwai es, sin duda, uno de los grupos más valorados y respetados del post-rock y de la música instrumental, muy apreciado por el estilo progresivo que han mostrado en anteriores discos, con larguísimos temas y rasgueo de eléctrica que erizan el cabello y que embellecen profundamente un ordenado y agradable ruido, tan humano como atractivo. Las últimas cuatro canciones recuerdan más al Mogwai evolucionista, más inquieto y curioso, más preguntón y sarcástico, al Mogwai crudo y orgulloso que hace digno el esfuerzo y la fe humana.

A quien no conozca a este grupo le recomiendo que empiece por el principio, aunque el flechazo se produce con el MR. BEST y con el HAPPY SONGS FOR HAPPY PEOPLE. Después, a los amantes del post-rock les digo que no me convence este último trabajo de los escoceses, considerados ya por mi como grupo de culto desde hace un tiempo: esperaba más, un paso más, un punto más de madurez, de evolución. Porque el post-rock se ha de reinventar con mucha más frecuencia que otros estilos de música, no valen las estructuras incólumes, académicas, ortodoxas. Espero con especial ansia un nuevo trabajo de Mogwai, y espero, sinceramente, que no sea más de lo mismo, que es siempre genial, pero ya no sorprendente (salvo los tres temazos que adjunto).


I'm Jim Morrison, I'm dead


I love you, I'm going to blow up your school

Scotland's shame

CALEXICO



Uno de los fenómenos musicales más interesantes de las últimas dos décadas es la folkización de la música rock, la vuelta a las raíces, la búsqueda del sonido más tradicional, la reinterpretación de las músicas locales, una suerte de regionalismo musical que proporciona una variedad de sonidos en la escena rock que, según mi opinión, no tiene precedentes. Nuevas generaciones que no olvidan a sus muertos, pero capaces de transformar lo viejo en nuevo en base a un poroso eclecticismo. Calexico, en este sentido, es una de las bandas más importantes del momento, delicioso ejemplo del neo-folk-rock del suroeste norteamericano.

FEAST OF WIRE es su cuarto disco de estudio, su obra más madura y ecléctica. Su sonido huele más que nunca a frontera, al sigiloso transcurrir del tiempo bajo el sol de Agua Prieta, sobre el plomizo discurrir del Pecos River. Provienen de Arizona, tierras áridas entre el Bosque Petrificado y el Desierto de Sonora, tierras de western, de pistolas al amanecer, y de resacas de tequila, mezclada con mezcal. Su música refleja la onírica narrativa de Juan Rulfo (quizá más en su último disco, Carried to dust), el respeto hacia una naturaleza incontestable, y el lacónico y poético caminar hacia la nada, en busca de la salvación eterna, del merecido descanso eterno de los corazones negros.

Calexico expone en este disco una tremenda variedad de sonidos e influencias, que van desde el puramente mariachi, hasta lo eletrónico, pasando por el jazz o el pop-rock más sencillo. Pero todos los punteos de eléctrica, por leves y sutiles que sean, recuerdan al reflejos del sol sobre el desierto; todos los ritmos, a veces simples barridos sobre el timbal, nos obligan a entornar los ojos, buscando en el horizonte, entre la calima, un rancho que simplemente sacie nuestra sed. FEAST OF WIRE es un disco abierto, uno de los más interesantes y frescos ejercicios de mestizaje sobre una base de rock que podamos encontrar, con intenso sabor a México, a los orígenes del son de Jalisco. Es una de las muestras más originales de hasta dónde puede llegar la música indie en su vertiente neo-folk.

El FEAST OF WIRE de Calexico está lleno de sonidos sorprendentes, de texturas cuasi fílmicas; hay rincones escondidos de mágicos ecos, melodías intensamente evocadoras, hay quietud y esperanzas subterráneas; es, por momentos, el elegante retrato de un hombre muerto. Creo que todos pueden disfrutar con este disco, con cualquiera de Calexico, pero especialmente aquellos que escuchen Devendra Banhart, Iron & wine, Willard Grant Conspiracy, Black keys, o a los Allman Brothers y toda esa estirpe de enormes músicos que hicieron grande a la música americana desde el country, el blues y el rock and roll (Clapton, Fleetwood Mac, Rory Gallagher y un larguísimo etcétera).


Black heart

Quattro

Woven birds

M. WARD



Esto es una auténtica joya del rock americano. Uno de los sonidos más personales y deliciosos de toda la escena actual del noeoeste norteamericano. Californiano de nacimiento, pero afincado en Oregon desde los 90, Matthew Stephen Ward enamoró a Howe Gelb (Giant Sand) con una rudimentaria maqueta en 1999. Su apuesta por este joven cantautor y guitarrista de voz cálida y mecedora se puede ver como uno de los grandes aciertos que inauguran una fantástica década musical. El segundo capítulo de su colaboración es este END OF ANMESIA, en el que contaron con importantes ayudas.

El estilo de M. Ward es extremadamente dulce, es una caricia a los oidos, es intimidad entre el artista y su público, es unión pura entre creador y su propio arte. Sus influencias van desde Bob Dylan a lo más profundo del country y el folk del oeste, pasando por las grandes figuras del indie americano como Yo la tengo o Lambchop; y su música enlaza perfectamente con toda una nueva generación de jóvenes músicos que están reinterpretando su país y su tradición musical desde la humildad, con una claridad de ideas y de sonido que hacen pensar en una verdadera eclosión de lo que podríamos llamar neo folk-rock americano occidental.

END OF AMNESIA es una obra especial. Desde el principio conectas con el artista que hay detrás. No imaginas un concierto donde le cante a miles de espectadores: oyéndolo tan solo puedes concebirlo susurrándote al oido a tus espaldas, hablándote en la más absoluta intimidad, hablándote de tí mismo, de tu nostalgia y de tu pasado. Es un disco eminentemente acústico, pero con leves reflejos eléctricos, con una lenta y sutil percusión, constante, rica y muy limpia, y unos arreglas que confieren a cada canción un aura distinta. Solitarias todas ellas, pero llenas de motivos por los que merece la pena vivir. END OF AMNESIA es un disco inolvidable, capaz de convertir un día cualquiera en un recuerdo imborrable.

Lo recomiendo absolutamente a todo el mundo, no podía ser menos. Pero sobre todo a lo que viven al son de Yo la tengo, Fleet Foxes, Lambchop, Neil Young, Bob Dylan, Bon Iver, Cat power, Caléxico, Iron & wine, My morning jacket, Pavement o She & him y Monsters of folk (otros dos proyectos de M. Ward). Pienso que podemos entender un poco más a ese gran desconocido norteamericano a través de artistas como estos. Desde luego son un regalo para los oidos. Yo, por lo menos, me voy de vacaiones con M. Ward, y a dónde él quiera!


Carolina

Half moon

From a pirate radio sermon, 1989